Sareb: crónica de un desastre anunciado por la sobrevaloración de los activos de las cajas quebradas
La nacionalización de Sareb que adelanta OKDIARIO en exclusiva este domingo es la crónica de un fracaso anunciado desde su nacimiento, pero que se ha ido confirmando con los años y que ha costado grandes pérdidas a la banca y, sobre todo, a los contribuyentes españoles. Una buena idea mal diseñada y peor ejecutada, por lo que ha sido incapaz de aprovechar la fuerte recuperación del mercado inmobiliario español.
Sareb nació en 2012 para asumir los inmuebles y el crédito promotor de los balances que habían llevado a la quiebra a las cajas de ahorros, por lo que tuvieron que ser rescatadas con dinero público por el FROB. Su creación fue impuesta por la troika (Comisión Europea, BCE y FMI) en el memorandum of understanding firmado con el Gobierno para el rescate de España.
Pero se diseñó con el pecado original de una fuerte sobrevaloración de dichos activos -decidida por el Banco de España y el Ministerio de Economía-, para evitar que el rescate financiero de España fuera mayor de los 41.300 millones que finalmente nos inyectó Europa.
Esta fijación de unos precios de transferencia tan altos (y entonces el FROB presumía de que eran bajos para garantizar la rentabilidad del banco malo) es la causa del fracaso de Sareb, por mucho que se le concediera un plazo de 15 años hasta 2027 para vender los 50.781 millones en activos que recibió (plazo que el Ejecutivo también se plantea alargar en vista de la lentitud de las ventas). Si los activos tenían una valoración excesiva, nadie paga un precio superior por ellos, con lo que a Sareb sólo le queda la alternativa de mantenerlos en balance a la espera de tiempos mejores o vender a pérdida (algo que empezó a hacer el año pasado).
El hecho de que hayan transcurrido casi 10 años y de que hayan pasado tres presidentes (Belén Romana, Jaime Echegoyen y Javier García del Río) y Sareb siga sin poder vender el grueso de esos inmuebles -le quedaban 27.600 millones al cierre de 2020-confirma claramente esa sobrevaloración. Teniendo en cuenta, además, que después de la parte más dura de la pandemia España está viviendo una fuerte revaloración del mercado inmobiliario. Por otro lado, hay que tener en cuenta que muchos de los inmuebles de Sareb son de muy baja calidad, por ejemplo, suelos rústicos o sin urbanizar en localizaciones muy poco atractivas.
El grueso de las pérdidas es para el Estado
Por otro lado, la estructura inicial de Sareb contemplaba un capital muy pequeño y una deuda muy grande, es decir, un apalancamiento muy fuerte. Así, su capital inicial fue de sólo 1.200 millones más otros 3.600 en deuda subordinada (que posteriormente se convirtió en capital para absorber pérdidas) frente a los 50.781 millones de deuda.
De esta forma, la pérdida potencial de los accionistas era muy pequeña porque se limitaba a sus acciones -también a una parte de deuda subordinada que se transformó en capital-, mientras que el grueso del quebranto tendrá que ser asumido por la deuda avalada por el Tesoro, es decir, por el Estado. Esto es lo que provocó que Bruselas obligara al Gobierno a considerar esta deuda de Sareb como deuda pública, con lo que la mayoría de capital privado dejaba de tener sentido. La consecuencia es la nacionalización que adelanta hoy OKDIARIO.